Comunidades conservando la costa de México
De la ciudad a la costa
Desde que decidí mudarme a Sisal, – una comunidad rural costera en el norte de Yucatán, México –, predominó en mí un sentimiento o pensamiento: ¿Cómo me voy a adaptar a una dinámica social completamente nueva y distinta a la mía?
Siempre he sido apasionado de la vida en los exteriores, mi infancia está llena de recuerdos en campamentos, parques, insectos, plantas y animales por lo que poco a poco fui desarrollando interés por la biología y en general por las ciencias ambientales. La decisión de cambiar de estado surgió precisamente de la intención de aportar algo al mundo y desde la biología o la ciencia dura, era algo difícil de lograr. Navegando entre las opciones de licenciatura, encontré Manejo Sustentable de Zonas Costeras, con un plan de estudios integral y multidisciplinario que parecía una mejor opción para aprender a involucrarme y generar soluciones a las problemáticas de la costa.
Primeros acercamientos y barreras de confianza
Poco a poco, y con ayuda de mis colegas de la Universidad Nacional Autónoma de México, comenzamos a desenvolvernos en el ámbito social dentro de una comunidad rural costera que veía a la universidad y al centro de investigación como un ente externo. Para algunos pobladores, estas instituciones habían llegado a “robarles tierras”, no dejaban beneficios a la comunidad y, además, traían estudiantes que en ocasiones eran percibidos como intrusos en la tranquilidad del pueblo. Esta percepción se origina en una experiencia compartida por muchas comunidades, acostumbradas a la presencia de proyectos o investigaciones que recopilan información local sin generar procesos sostenidos de colaboración o retroalimentación. Esa historia de relaciones unilaterales ha dejado una huella de desconfianza hacia las iniciativas externas.

Adaptarse, aprender y conectar con el territorio
Con el tiempo, esas “barreras culturales” fueron cayendo. Sinceramente ha sido un “estira y afloja”, he tenido que repensar conductas y patrones a nivel individual colectivo en el contexto de una comunidad rural costera. Año tras año me fui encariñando y adaptando a Sisal, su gente, sus costumbres, los ritmos de vida y, por supuesto, con los ecosistemas que lo rodean. La sensación de conexión con el mar, la playa y la duna; reconocer lo vastos pero también lo frágiles y vulnerables que resultan, me hicieron sentir o creer que de una u otra forma estos sitios deberían ser reconocidos y protegidos.
Cuando terminé la licenciatura me sentía 50% citadino y 50% costeño. Y, como cualquiera haría en un lugar al que considera su hogar, empecé a encontrar áreas de oportunidad para el cuidado y conocimiento de los ecosistemas y la calidad de vida de las personas de Sisal. Tenía que encontrar la forma de aportar algo a la comunidad que me abrió los brazos y me crió hasta ser quien soy.
Así, en 2019 nació Reciclando Dunas , una iniciativa estudiantil enfocada en la conservación de las dunas costeras, fundamentales para la protección contra huracanes, el hábitat de aves y tortugas, y como refugio de cientos de especies de flora y fauna, ecosistemas que tristemente son pocos reconocidos en importancia para la resiliencia de las comunidades.
Conseguimos un primer fondo semilla que nos permitió convertir la idea en acciones: trasplante de vegetación nativa en zonas impactadas, un programa de reciclaje de PET que se realizó de forma colaborativa con personas recolectoras de Sisal, talleres y pláticas de educación ambiental en escuelas locales. Todo sonaba excelente, pero siempre apareció la misma pregunta: ¿cómo involucrar a la comunidad para que el proyecto trascendiera más allá de nosotros?

Esa fue la parte más compleja. No queríamos ser “otro proyecto” que llega, extrae información y se va. Queríamos que la comunidad se “apropiara” de la iniciativa. Los primeros intentos fueron un poco fallidos, no logramos conectar con los miembros de la comunidad de la manera que esperábamos sin embargo, nos marcaron pautas para mejorar esta interacción. sumado al hecho de que éramos demasiado jóvenes ( 20 años) y nuestras asesoras también estaban aprendiendo de ese proceso pues hasta entonces habían llevado una vida prácticamente enfocada solo en la academia
Aliados, aprendizajes y tensiones
Después de varias pruebas y errores, encontramos aliados clave: los palaperos. Ellos, dedicados a rentar espacios en la playa a turistas, veían en la conservación de la duna una oportunidad de corresponsabilidad. Hicimos acuerdos, y parte de ellos se comprometieron a vigilar las zonas restauradas.
Sin embargo, con el tiempo surgió un nuevo reto. La playa ganó tanto interés turístico y económico que esa misma parte de la comunidad que había colaborado comenzó a priorizar el beneficio inmediato. Hace poco se deforestaron más de tres hectáreas de matorral de duna para abrir espacio a nuevas instalaciones. Aunque no era un área donde trabajamos directamente, el hecho fue socialmente muy grave. Como organización, también enfrentamos tensiones relacionadas con la seguridad y relaciones comunitarias más frágiles, recordándonos que la conservación nunca está libre de conflictos, mismos donde precisamente resalta la aparente desconexión que puede tener la comunidad con sus ecosistemas y, que si se procurara su involucramiento en los proyectos, actividades, investigaciones, etc, probablemente hubieran tomado una decisión desde otra postura. Lo anterior fue un “golpe de realidad” y nos dejó muchas lecciones relacionadas con la toma de decisiones y el involucramiento de la comunidad.
Reflexiones sobre la gobernanza y la participación
Hoy puedo decir que el involucrar a la comunidad es un proceso lleno de matices. Depende de historias, de dinámicas de poder, de intereses económicos y de la confianza que se construye con el tiempo. No existe una fórmula ni un manual. A veces la colaboración surge de manera natural, y en otras se convierte en un gran desafío. Pero es precisamente en esos desafíos donde se pone a prueba la resiliencia de los proyectos comunitarios y donde aprendemos que la restauración ecológica solo es posible si también trabajamos en fortalecer los lazos sociales y la gobernanza para la toma de decisiones.
