Reserva Mararai: donde la biodiversidad, el agua y la captura de carbono convergen armónicamente
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Los entornos alpinos tropicales húmedos representan ecosistemas esenciales que conservan la biodiversidad, facilitan procesos biológicos, almacenan carbono y suministran agua. Sin embargo, estos ecosistemas son particularmente vulnerables a los cambios ambientales en todo el mundo.
La Reserva Mararai, situada en el páramo de Almorzadero, dentro de la Finca Angosturas, de la familia Cruz Rivera, resguarda uno de los ecosistemas más singulares del planeta. Los páramos se encuentran en zonas montañosas entre los 3000 y 4500 metros sobre el nivel del mar, y se distinguen por su topografía diversa y su rica biodiversidad.
Los páramos son fundamentales para los seres humanos gracias a sus múltiples servicios ecosistémicos. Por ejemplo, en Colombia, cerca de 20 millones de personas dependen del agua que estos producen. A su vez, la Reserva Mararai es el origen de varios ríos que abastecen a miles de personas en la zona.
En el marco de las actividades de restauración de humedales tipo turbera de nuestro proyecto Turberas para el Futuro, visitamos la Reserva Mararai para realizar un diagnóstico inicial del área. Nos acompañaron Mireya y José, quienes han liderado los esfuerzos de conservación y restauración en esta reserva que alberga al cóndor de los Andes (Vultur gryphus) y al búho cornudo (Bubo virginianus), ¡que tuvimos la oportunidad de avistar!
Los páramos son tesoros de biodiversidad biológica. Se asemejan a islas en las cumbres de las montañas y las especies que han evolucionado en ellos han tenido escasas oportunidades de dispersarse. Por este aislamiento natural y las condiciones climáticas únicas, muchas de las especies que habitan los páramos de Colombia son únicas en el mundo. Esto los convierte en ecosistemas excepcionales y de gran importancia para la conservación de la diversidad biológica global.
Las lluvias son frecuentes en los páramos, generando acumulaciones de agua gracias a la buena capacidad de infiltración de sus suelos. Por ello, y gracias a su gran potencial de regulación hídrica, son el lugar de origen de lagunas, turberas y quebradas. Colombia es hogar de 52 % de los páramos del mundo; muchos de los grandes ríos del país, como el Magdalena, se orginan en este ecosistema.
Además de sus servicios ecosistémicos esenciales, los páramos poseen alta importancia cultural. En Colombia, comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes habitan estos ecosistemas; sus conocimientos tradicionales han jugado un rol esencial en el uso y protección de la biodiversidad única de los páramos.
La participación de las comunidades y su conocimiento son indispensables en el desarrollo de los procesos investigativos, de conservación, de uso y manejo sostenible del páramo.
Los suelos de los páramos son vastos almacenes de carbono, acumulado en su vegetación y en las turberas. En los centímetros más superficiales del suelo se encuentra una reserva de carbono que oscila entre las 120 y 400 toneladas; en las turberas, esta acumulación puede llegar hasta las 1500 toneladas.
Lamentablemente, el uso inadecuado de los páramos ha ocasionado una pérdida significativa de su capacidad para capturar carbono y otros gases de efecto invernadero, responsables del cambio climático global. La conservación y uso sostenible de estos ecosistemas son esenciales para resguardar su biodiversidad única y fortalecer su rol determinante en la captura de estos gases y en la mitigación del cambio climático.
En esta salida a campo, recogimos muestras de suelo para calcular los niveles de carbono presentes en la zona que restauraremos y aislaremos. Esto último consiste en cercar el área con una malla especial para evitar que ovejas y caballos accedan libremente a las turberas, evitando la degradacion de la turba, emision de gases efecto invernadero y la perdida de servicios ecosistemicos.
El contenido de carbono en el suelo es nuestro principal indicador de restauración. Para llevar a cabo esta evaluación, José recogió muestras de suelo a una profundidad de hasta 40 centímetros en seis puntos a lo largo del flujo hídrico, usando un barreno especial. Mariana Ospina, estudiante de Ecología y parte del equipo de Turberas para el Futuro, midió otras de las variables clave en el estudio del ciclo del carbono: el pH, la conductividad eléctrica y la temperatura del suelo. Mireya registró los datos obtenidos durante el proceso. Finalmente, medimos el área que aislaremos para calcular la cantidad de malla que necesitaremos, así como de soportes y demás insumos.
Al concluir las actividades de diagnóstico, continuamos nuestro recorrido por la Reserva Mararai, que sobresale por su relevancia ecológica y su impresionante belleza geológica. A lo largo de miles de años, los glaciares han esculpido las montañas circundantes con formas singulares, que rodean las extensas hectáreas de humedales, pastizales y campos de cultivo.
La misión de Turberas para el Futuro es restaurar la tierra y preservar el futuro. Cada paso que damos en esta dirección nos acerca a un entorno más saludable y sostenible, donde la naturaleza y las comunidades prosperan en armonía. Con nuestro compromiso colectivo, trabajamos por un futuro radiante para todos.