Aprendiendo a “leer” el suelo
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Luciana, ingeniera agrónoma especialista y asesora de productores en la transición a la agroecología, acompañó la primera salida ambiental abierta a la comunidad del proyecto Reserva Natural Monte Alegre (RNMA). Esta experiencia, que reunió a personas que no se habían visto nunca y que tampoco habían pisado antes la reserva, permitió a los asistentes compartir, enseñar y aprender sobre la importancia de la restauración ecológica.
Acompañados de una experta y el equipo de la RNMA, miembros de la comunidad concluyeron, entre charlas y mates, que la agroecología y la restauración ecológica poseen numerosos puntos en común y que deben ser utilizadas como prácticas complementarias. De esta manera podremos restaurar la naturaleza a la vez que continuamos abasteciendo la demanda mundial de alimentos, pero utilizando técnicas amigables con el ambiente. Ambas disciplinas se basan en aplicación de principios que combinan valores científicos, ecológicos y sociales, cuya aplicación se adapta a distintos contextos socio-ecológicos y también a distintas escalas, desde la muy pequeña hasta la gran escala a nivel de paisaje. Se habló también sobre la importancia del suelo como un “factor clave” en cualquier tipo de trabajo que implique ecosistemas naturales y de que, generalmente, tendemos a darle menos importancia de la que realmente tiene. Existe una visión llamada “paradigma fitocentrista”, el cual significa que solemos centrarnos más en lo que vemos por encima del suelo (la vegetación) y no en lo que pasa debajo del mismo. En realidad, lo que se ve en la superficie es solo un detalle de lo que sucede bajo tierra, por lo tanto, reflexionamos sobre la importancia de restaurar la química y la vida de los suelos, siendo este uno de los primeros pasos para la integridad y equilibrio ecosistémicos.
De la teoría a la práctica
Luciana propuso a los asistentes abrirse paso entre la vegetación del bosque nativo y agarrar un puñado de tierra. «Miren, esta tierra está viva», dijo, mientras cada quien percibía la textura suave, el olor fresco, el color oscuro, la humedad, los organismos y huevos de la fauna del suelo y restos de materia vegetal que componían cada puñado de tierra. En ella habita toda la vida microscópica (hongos, bacterias) que se asocia a las raíces de la vegetación del bosque nativo y le permite crecer, así como pequeños animales (fauna edáfica). Sin embargo, luego el grupo repitió el ejercicio en un lote agrícola y se percató de las diferencias en la tierra. Esta era compacta, menos húmeda y con materia vegetal no digerido (sin descomponer). Luego de esta segunda “lectura” del suelo, los presentes concordaron en que esta tierra estaba “menos viva” y en consecuencia será menos la vida que pueda albergarse y generarse a partir de él.
“La agroecología deberá abrazar la restauración para seguir avanzando en la búsqueda de modelos locales de producción de alimentos sanos. Celebro este encuentro y cómo el enfoque interdisciplinario mejora cualquier propuesta. ¡Hay que mostrárselo a los productores! hay que animarse a ponerle nombre a lo que está pasando en nuestros suelos: erosión, compactación, salinización desertificación…Gracias Monte Alegre por ser un faro en el sur de Córdoba”
Luciana Sagripanti.
La propiedad en la que se encuentra RNMA está comenzando el camino hacia la transición agroecológica en algunos de sus lotes, a la vez que continúa restaurando el bosque de Espinal. Después de la hermosa jornada vivenciada en la primera salida ambiental con la comunidad, sabemos que los ecosistemas bajo tierra y su salud son tan importantes como los que vemos encima, más aún, son un reflejo de estos.