Conocer para conservar

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Una de las tareas prioritarias a la hora de trabajar por la integridad de los ambientes naturales es saber exactamente qué se quiere conservar y/o restaurar.  Para ello debemos saber cuáles especies constituyen la vegetación nativa en el área de interés, ellas  son la base a partir de la cual se conforman las redes que unen a la flora y la fauna y serán las encargadas de mantener el equilibrio ecológico.

Las plantas autóctonas de una región son especies que evolucionaron por miles de años en esa área estando adaptadas a sus condiciones ambientales (clima, suelo, regímenes de disturbios naturales) y coevolucionando con otros organismos. Además, dan identidad a cada ambiente; así es como podemos reconocer selvas, palmares, montes, bosques, bañados, pastizales, estepas. Muy comúnmente los ecosistemas son colonizados por especies que no pertenecen a él: Las especies exóticas, fenómeno que no solo se observa en plantas sino también animales, hongos y otros organismos. Cuando hablamos de vegetación exótica nos referimos a plantas que fueron trasladadas fuera de su área de distribución natural, accidental o intencionalmente por el hombre. Cuando estas especies logran establecerse en nuevas regiones, pueden usar los recursos de forma más eficiente que la vegetación nativa, consecuentemente aumentan el tamaño de sus poblaciones de manera abrupta y se transforman en invasoras.

¿Cuáles son los problemas que estas especies pueden generar?

Las invasiones biológicas están catalogadas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como una de las principales amenazas mundiales a la biodiversidad y sus efectos se observan a tres niveles:  

  • Ambientales, cuando empobrecen la biodiversidad reemplazando a las especies nativas al usurpar nichos ecológicos, competir, desplazar, excluir y/o extinguir a otras plantas y animales, alterando la química del suelo, el régimen hídrico, e introducen o potencian enfermedades,
  • Sociales, cuando impactan sobre nuestra cultura e identidad, su abundancia hace que las personas crean que son autóctonas y que forman parte del paisaje original. Cuando esto sucede suele ser tarde para controlarlas porque es técnicamente complejo, económicamente costoso y culturalmente “antipático”.
  • Económicos, cuando ese empobrecimiento de las áreas naturales se traduce en pérdidas de servicios ecosistémicos, que son los beneficios que ese ambiente reditúa a la sociedad.

El primer paso es la prevención, por lo tanto, debemos conocer estas especies y evitar su liberación o cultivo. Si esto ya ha sucedido, debe evaluarse su impacto y trabajar en erradicarlas de las áreas naturales invadidas. Cuanto más tiempo se demore en tomar medidas de control sobre las especies exóticas invasoras, mayores serán los costos económicos por pérdidas de servicios ambientales, así como aumentarán los costos y tiempos de erradicación.  

Actividad de identificación!

A continuación, aprenderemos a diferenciar dos especies de árboles que comúnmente vemos en los bosques de Espinal y que a simple vista son muy similares debido a su tamaño, su porte y la forma de sus hojas: Tala (Celtis tala – nativa) y Olmo (Ulmus pumila – exótica). Si estamos en la duda, solo tenemos que mirar el envés de las hojas (técnicamente llamada cara abaxial). El Tala tiene tres nervaduras (venas) bien marcadas -una central y dos laterales- y los «dientecitos» del borde de la hoja comienzan desde la mitad de la lámina hacia arriba. Además, como esta especie presenta pequeñas espinas que es la característica que dio nombre a la “Ecorregión del Espinal”. La hoja del Olmo tiene muchas nervaduras uniformemente distribuidas por la hoja y todo el borde de la lámina es dentado, sin presencia de espinas en sus ramas.

Izquierda: Celtis tala (nativo) – Derecha: Ulmus pumila (exótico)

En Reserva Natural Monte Alegre trabajamos activamente en identificar y erradicar las especies exóticas invasoras para continuar dando espacio, luz, agua y vida al bosque nativo.

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